Piel grasosa
La piel grasa se caracteriza por un exceso de sebo, que muchas veces va asociado a consecuencias como poros dilatados u obstruidos, imperfecciones y untuosidad. Para este tipo de piel es fundamental limpiar lo mejor posible el rostro, pero sin exagerar: muchas veces tendemos a intentar resecar demasiado la epidermis grasa, creando el famoso efecto rebote, mediante el cual la piel demasiado agredida responde con más producción de sebo. Para el correcto tratamiento de este tipo de piel, será mejor adoptar una rutina de limpieza no demasiado agresiva, alternando con tratamientos específicos que se utilizarán dos o tres veces por semana. La herramienta más adecuada para la limpieza facial es un jabón poco espumoso con un PH que oscila entre 4,5 y 5,5, preferiblemente compuesto únicamente de ingredientes naturales. También es importante no repetir la limpieza con demasiada frecuencia, para no atacar las defensas naturales de la piel. Por último, para completar tu cuidado facial diario, lo mejor es no olvidar la hidratación adecuada: una crema específica para pieles grasas, también libre de ingredientes agresivos y rica en sustancias seborreguladoras, será una excelente herramienta para mantener a raya los brillos. Además, una o dos veces por semana puedes utilizar algunos remedios naturales perfectos para combatir el sebo y las imperfecciones típicas de este tipo de piel: una mascarilla a base de arcilla, a la que puedes añadir una cucharada de licuado de pepino o una de limón. jugo, se puede dejar actuar un cuarto de hora y luego enjuagar. Concluir el tratamiento con unas gotas de tónico astringente o aceite de árbol de té, verterlas sobre un algodón y pasarlas por las zonas del rostro que tienden a engrasarse primero.
Piel seca
Si sientes a menudo la sensación de tirantez en tu piel, o notas zonas de tu rostro que se descaman con facilidad, tienes la piel seca que necesita nutrición e hidratación. Empieza a abordar el problema cambiando tus hábitos: puedes intentar aumentar gradualmente la cantidad de agua que bebes diariamente. Mímala incluso durante la limpieza, prefiriendo detergentes delicados ricos en sustancias emolientes: por ejemplo, utilizar un jabón enriquecido con manteca de karité será excelente. Por último, no olvides utilizar una crema hidratante de consistencia con cuerpo, que puedes enriquecer tú misma añadiendo unas gotas de aceite de jojoba o de argán. Por último, no olvides añadir a tu rutina de belleza el uso de mascarillas específicas para las necesidades de tu piel. Puedes hacer uno mezclando en un bol una cucharada generosa de miel orgánica, a la que puedes agregar unas gotas de aceite de lavanda, conocido por sus propiedades calmantes y relajantes. Aplícalo sobre tu rostro y déjalo actuar al menos un cuarto de hora, enjuagando todo con ayuda de una esponja limpia y un poco de agua tibia.
Piel opaca
La luminosidad de la piel depende de su capacidad para renovarse y oxigenarse. Puedes curar esta imperfección empezando por tu dieta, añadiendo a tu dieta más frutas y verduras ricas en propiedades antioxidantes y vitaminas . Además, un excelente aliado para la luminosidad de tu rostro es el exfoliante : es un tratamiento cosmético muy útil para eliminar la capa superficial de la epidermis, eliminar las células muertas y despertar el esplendor natural de la piel. Puedes encontrar muchos en el mercado, pero también puedes hacer uno fácilmente con los ingredientes que encuentres en casa. Si tienes la piel delicada, por ejemplo, basta con añadir una cucharadita de azúcar moreno a una de miel: aplica la mezcla en tu rostro con un delicado masaje, insistiendo ligeramente en la frente, la nariz y la barbilla. Enjuaga todo con agua tibia, termina con un poco de agua fría para cerrar los poros y admirar el resultado. Sin embargo, si sufres de piel grasa, puedes sustituir el azúcar por una cucharadita de bicarbonato.
puntos negros
Son una molesta imperfección que podría restar belleza a tu rostro. Se trata de acumulaciones de sebo oxidado que se depositan en el interior de los poros adquiriendo el típico color oscuro. Suelen encontrarse en las zonas más grasas del rostro, como la nariz, el mentón y la frente. Eliminarlos no siempre es fácil, pero puedes intentarlo con algunos remedios muy efectivos. En el mercado, por ejemplo, existen apósitos muy útiles para la eliminación mecánica de los mismos: se aplican sobre la piel humedecida, se adhieren al punto negro y lo erradican cuando se rasga. Sin embargo, si prefieres hacerlo tú mismo, puedes intentar utilizar un exfoliante purificante casero . Mezcla una cucharada de bicarbonato de sodio con una cucharadita de jugo de limón, aplícalo en la zona a tratar y deja actuar unos minutos. Frote suavemente durante unos segundos antes de enjuagar y cerrar los poros con agua fría o un tónico ligero a base de vinagre de manzana y extracto de menta. Para la limpieza diaria de la piel, si tiene tendencia a crear puntos negros, puedes utilizar aceite de coco.
Piel que tiende a enrojecerse.
Basta una ráfaga de viento o un rayo de sol para sentir sus efectos en el rostro: la piel se enrojece con mucha facilidad. Sin duda, este es un problema muy extendido entre las personas de tez muy clara, pero no sólo. Para tratar este tipo de piel lo mejor es utilizar delicadezas e ingredientes naturales, a los que puedes añadir unos toques de corrector verde para enmascarar las zonas más rojas. Además, si quieres calmar la inflamación y reducir el enrojecimiento de tu rostro, puedes probar a crear una mascarilla a base de clara de huevo, leche y pepino. Crea una pasta para aplicar en el rostro con ayuda de una gasa, deja actuar un cuarto de hora y enjuaga con agua fresca. Elimina cualquier residuo con agua de rosas y unas gotas de aceite de caléndula, conocido por sus propiedades calmantes. Por último, no olvides nunca proteger tu piel con una crema facial hidratante especial con alta protección solar.
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